Virgen del cerro, anónimo. S XVIII
La explicación tradicional sitúa el origen del arte moderno en las pinturas de Courbet, Manet o en las de los impresionistas. Es decir, en la ruptura con las formas tradicionales del arte, a fin de reflejar la inmediatez de la experiencia subjetiva de la realidad. El idealismo romántico, o el spleen de Baudelaire constituirían a su vez otros hitos de la percepción moderna del mundo. Atrapados en una historia de protagonistas y escenarios reconocibles -el artista que se mueve de París a Nueva York, con alguna parada en el centro de Europa- hemos creado un universo cerrado de referencias que nos hace incapaces de entender las prácticas culturales de una modernidad expandida, que desborda tales marcos y se proyecta en la sociedad global contemporánea. Sorprende la obcecación con que hemos ignorado que desde el siglo XVI la historia de Europa es inseparable de la de sus colonias, más aún, el hecho constatable de que no existe modernidad sin las relaciones centro-periferia que se inauguran con los procesos coloniales.
¿Qué sucedería si sustituyésemos el ego cogito de Descartes por el ego conquiro de Hernán Cortés, o el principio de la razón pura de Kant por lo que Marx denominó principio de acumulación originaria? ¿Qué pasaría si, en lugar de empezar el relato moderno en la Inglaterra de la Revolución Industrial o en la Francia de Napoleón III, lo hiciésemos en la América de los virreinatos? Las respuestas a estas preguntas nos ofrecen, sin duda, una perspectiva bastarda de la historia y una visión espinosa e irreconciliable de la modernidad que, sin embargo, parece dibujar una genealogía muy verosímil del globalizado mundo actual. El proyecto Principio Potosí denuncia y reivindica simultáneamente las raíces inconfesas de esta modernidad bastarda.
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De un modo similar, mientras que la evangelización intensiva de los pueblos indígenas contribuyó a la toma de conciencia de sus derechos frente a modos previos de dominación, ésta servía además para la consolidación del sistema colonial. A pesar de ello, el arte es político precisamente porque su propia estructura poética tiene algo de inasimilable, convirtiéndose de hecho en un elemento activo de liberación. Las pinturas coloniales de Caquiaviri o Calamarca respondían a la doctrina eclesiástica del momento y su función era pedagógica, pero la intervención en el lenguaje pictórico, importado desde la metrópolis, permitía la inversión de las estructuras sociales. Los santos y vírgenes eran reactualizados en las fiestas y ritos indígenas, fomentando una religiosidad híbrida cuya función era de resistencia al proyecto colonizador.
La Ilustración pretendió fundar una ratio común que fuese capaz de armonizar la heterogeneidad de relaciones sociales generadas por la expansión colonial, el mercantilismo y el crecimiento de la vida urbana. Se consideraba que todo lo que no entraba en ese elemento racional no formaba parte del yo civilizado.
(...)Texto de Manuel J. Borja-Villel. Para leerlo completo, visita la página del MNCARS.
Aprovechando que he posteado esta info en el proyecto CORRESPONDENCIA DESDE EYJAFJALLAJÖKULL (reflexiones en torno a la idea Europa) en el cual participo, también hago lo propio aquí.
Si pasáis por Madrid no dejéis de visitar esta exposición. Además de tener un intesante montaje expositivo que genera una fuerte sensación de proyecto procesual, de lectura en movimiento , y recuerda en cierta manera al del montaje de Culturas de archivo ya reseñado en este blog, lanza una revisión sobre la historia que pone en cuestión las líneas base sobre las que la modernidad se asienta ligadas a los principios de la Ilustración a través del análisis de la influencia decisiva que tuvo la irrupción del mestizaje cultural/miedo/voluntad de dominación que se introduce desde las colonias a través del concepto del otro (perdón por el apunte: es reseñable ver que en Lost los habitantes de la isla son denominados como the others) y viceversa, de la irrupción de la cultura europea en las formas y concepciones de las culturas nativas.
También resulta destacable el juego que se ha hecho para articular piezas de caracter barroco con producciones contemporáneas para, entre otras cosas, mostrar la relación entre cultura y economía localizando a través de los fenómenos geopolíticos diversas condiciones de la explotación.