La esfera tiene tres dimensiones, el mapa tiene dos. Desde el punto de
vista matemático, mejor dicho, topológico, la esfera y el mapa, el globo
y la tabla, son dos modelos irreducibles, es decir, no se pueden
intercambiar, sin que algo se pierda por el camino, sin que algo acabe
siendo sacrificado.
Toda la cultura occidental ha sido construida,
ha sido desarrollada, intentando conciliar los dos modelos: la esfera
cerrada en sí misma y, por lo tanto, autorreferencial, autosuficiente en
muchos aspectos; y el mapa, que nos remite, como estructura limitada
por definición, a algo que se encuentra fuera de ella. Es la gran
tensión de la cultura occidental que se agudiza en la era moderna.
En Florencia, en el mil cuatrocientos, nace algo extraordinario que
decide la naturaleza, la existencia, de la época moderna: nace el
espacio y los historiadores del Arte nos lo han enseñado. No es más que
el redescubrimiento de la técnica tolemaica de transformación de una
esfera en una tabla.
Y aquí hay que recordar, para intentar
comprender lo que ocurre hoy y cómo funciona el mundo actualmente, que
nosotros conocemos sólo dos modelos desde este punto de vista: el
espacio y el lugar. Son contrarios, mutuamente excluyentes, no se
pueden confundir el uno con el otro.
La modernidad es la época del
espacio, de la equivalencia general de sus partes. Equivalencia general
significa que, si cambio una parte por otra, si incluso la desplazo, no
pasa nada, el mundo sigue siendo como es. El lugar, por el contrario, es
exactamente aquella parte que yo considero irreducible a cualquier otra
porque está provista de cualidades específicas que no se pueden
intercambiar con las de ninguna otra.
Por supuesto, la perspectiva está hecha para que se crea en lo que se
ve, y la visión, el ojo, adquiere la primacía sobre todos los demás
sentidos.
Este modelo simplifica absolutamente la realidad porque,
como sabían muy bien los antiguos que conocían la perspectiva, las cosas
no son así. Nuestra visión no está determinada por la distancia entre
el sujeto y el objeto, sino que es algo mucho más complejo, pero la
simplificación que inaugura la modernidad, y en la cual se funda toda
ella, es precisamente la espacial, que hace que, por primera vez, el
sujeto y el objeto se encuentren radicalmente separados.
Por lo
tanto, nace el modelo que es precisamente el de la explicación
científica: sujeto -- intervalo -- objeto, causa -- intervalo --
efecto.Lo que se produce no es tan sólo el conjunto de las condiciones
que dirigen la nueva imagen del mundo, sino también, y materialmente, el
conjunto de las condiciones que dirigen la posibilidad de una
explicación del mundo. Nacen los modelos definitivos fundamentales.
El modelo del Estado y de la territorialidad es la geometría. La
continuidad, la homogeneidad y el isotropismo son las características,
las propiedades que en la geometría clásica definen la naturaleza
geométrica de la extensión
En toda la cultura occidental desde
Aristóteles hasta nuestros días, hasta los científicos del cognitivismo,
existe un modelo, casi un único modelo, para designar nuestra mente, el
espíritu, la conciencia. Y ese único modelo es la tabla.
Desde
Aristóteles hasta nuestros días, el mapping se convierte en un
procedimiento matemático sin el cual nosotros jamás habríamos obtenido
el desarrollo de las ciencias tecnológicas, de la bioquímica, y de todo
lo que hoy representa la vanguardia de la investigación científica.
La lógica de la economía-mundo que nos explicaban los historiadores
hasta hace algunos años, esta compuesta de flujos que se dirigen en
todas direcciones pero que necesitan tiempo y espacio para llegar a su
destino. Hoy en día ya no es así porque existe la Red, existe una
entidad invisible que controla todo lo que podemos ver en el interior
del mundo en el que vivimos.
Aquí la paradoja se hace suprema, en el
sentido de que la modernidad, que a través del mapa había reducido la
existencia a algo visible, hoy entra en crisis, , por algo invisible
que la supera.
Debemos ajustar cuentas con el globo, es decir, con
el modelo de la esfera, porque hoy el funcionamiento del mundo nos lo
impone. Hoy la economía mundial funciona, por primera vez en la historia
de la humanidad, como un todo, instantáneamente
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